El alcohol y salud son bastante incompatibles. El alcohol es proinflamatorio y daña el intestino, mientras que la dieta antiinflamatoria busca justo lo contrario, restringiendo todo aquellos alimentos procesados, azúcares y grasas trans.
La respuesta más sencilla es que no se debe tomar alcohol, ya que su ingesta va a tirar por la borda todo el esfuerzo que hacemos a diarios con la alimentación antiinflamatoria.
El caso del vino tinto (con matices)
- Contiene resveratrol, que puede tener efectos antiinflamatorios.
- PERO: Estos beneficios son eclipsados por los efectos negativos del alcohol en general; la moderación es clave, y es mejor obtener antioxidantes de otras fuentes. Por ejemplo, si lo que quieres es beneficiarte del resveratrol, puedes obtenerlo de otras fuentes como uvas rojas y moradas (la piel es clave), arándanos, moras, frambuesas, fresas y ciruelas rojas, cacahuetes, el cacao puro y los suplementos alimenticios de resveratrol.
¿Por qué el alcohol es proinflamatorio?
El alcohol produce inflamación en el cuerpo por varios motivos, y su efecto depende de la cantidad y la frecuencia de consumo.
Aquí te explico los mecanismos principales:
1. Daño directo a las células
- El alcohol es una sustancia tóxica para las células del hígado y del intestino.
- Este daño provoca que el sistema inmune genera una respuesta inflamatoria para reparar los tejidos.
- Incluso cantidades moderadas incrementan la producción de moléculas inflamatorias si se consumen regularmente.
2. Alteración del microbioma intestinal
- La toma de alcohol modifica la composición de las bacterias intestinales.
- Esto genera un incremento de permeabilidad intestinal, lo que permite que toxinas y bacterias entren al torrente sanguíneo, activando inflamación sistémica.
3. Aumento de radicales libres y estrés oxidativo
- El alcohol es metabolizado en el hígado provocando radicales libres, que son moléculas altamente reactivas.
- Estos radicales dañan células y tejidos, provocando inflamación y contribuyendo al envejecimiento celular.
4. Desbalance de grasas y azúcares
- Las bebidas alcohólicas (sobre todo licores y cócteles) vienen acompañadas de calorías vacías en forma de azucares y carbohidratos refinados, que aumentan la inflamación.
- Además, el alcohol provoca una alteración en el metabolismo de grasas y puede favorecer la acumulación de grasa hepática, incrementando inflamación en el hígado.
5. Efecto sobre hormonas y sistema inmune
- El alcohol puede alterar hormonas que regulan la inflamación, como el cortisol y las citocinas.
- Su ingesta hace que la respuesta inflamatoria sea más intensa o se mantenga más tiempo de lo necesario.
El alcohol provoca inflamación porque daña células, altera el intestino, incrementa la producción de radicales libres, aporta azúcares y desbalancea hormonas.
Como puedes ver, no te aporta ningún beneficio. Esas frases que escuchamos de que «la cerveza aporta vitaminas» o «el vino tiene resveratrol» hay que «cogerlas con pinzas» puesto que esas vitaminas o ese resveratrol podemos obtenerlo de otras fuentes más saludables que no nos aporten alcohol.
¿Qué alcohol puedo beber durante una dieta antiinflamatoria?
Lo ideal es no consumir ningún tipo de alcohol, ya que cualquier tipo puede aumentar la inflamación y afectar tu salud a nivel celular.
Sin embargo, si hablamos de ocasiones especiales o un brindis puntual, no pasa nada disfrutar de forma muy moderada. En ese caso, las opciones menos dañinas son:
- Vino tinto (preferiblemente seco y sin azúcares añadidos)
- Champán o cava brut (en pequeñas cantidades)
Algunos consejos para minimizar el impacto:
- Mantén las porciones pequeñas.
- Alternar con agua para hidratarte.
- Evita licores, bebidas azucaradas o cócteles que combinan alcohol con azúcar y otros ingredientes inflamatorios.
Recuerda: no pasa nada si un día quieres hacer un brindis ocasional, esto no arruina tu estilo de vida antiinflamatorio, lo importante es la consistencia general de tus hábitos, no un único momento.