Come alimentos reales
Evita los ultraprocesados. Llena tu plato de frutas, verduras, legumbres, proteínas magras y grasas saludables.
Piensa: “cuanto menos empaquetado, mejor”.
Hidrátate correctamente
El agua regula tu temperatura, mejora la digestión y da energía.
Bebe entre 1.5 y 2.5 litros al día, y más si entrenas o hace calor.
Muévete cada día
No necesitas vivir en el gimnasio: caminar, bailar, subir escaleras o hacer 20 minutos de entrenamiento en casa cuenta.
La clave está en la consistencia.
Duerme bien
Dormir entre 7 y 9 horas mejora tu concentración, tu metabolismo y tu estado de ánimo.
Haz del descanso una prioridad, no un lujo.
5. Gestiona el estrés
Medita, respira profundo o simplemente desconéctate del teléfono por un rato.
Tu mente también necesita tiempo para recuperarse.
Ten una rutina estable
El cuerpo ama la regularidad: comer, dormir y moverse a horas similares mejora tu energía y equilibrio hormonal.
Rodéate de personas positivas
El entorno influye más de lo que crees. Busca gente que te inspire a cuidarte y te motive a mejorar.
Evita el exceso de alcohol, tabaco y azúcares
No hace falta eliminarlos al 100%, pero reducirlos cambia tu salud radicalmente.
Tu hígado, corazón y piel te lo agradecerán.
Desconéctate del ruido digital
Demasiada pantalla afecta tu sueño y tu concentración.
Prueba tener “zonas sin pantallas”: en la mesa, antes de dormir o durante el desayuno.
Sé constante, no perfecto
La salud no se trata de ser perfecto, sino de hacer lo mejor posible la mayoría de los días.
Un pequeño cambio cada día suma más que una gran transformación temporal.